Impresiona en mitad de más absoluta negrura la Torre de la Asunción de Hellín iluminada. Esa necesidad en creer de la gente y de manipular este sentimiento tan respetable por algunos. Que los símbolos religiosos estén donde deben estar. No hacer una absurda guerra del tema. Que se cumpla la Constitución y sus artículos 14 y 16. Y si cabe acudir al final al Tribunal Constitucional pues adelante.España no es un país todavía normalizado democráticamente.
Pasamos de un dictadura confesional católica a una democracia en la que aún se cuestiona 33 años después de muerto Franco si símbolos religiosos deben mantenerse en centros oficiales y espacios públicos que son de todos.
Es evidente que en no pocas comunidades autonómicas se fueron retirando esta rémora de nuestro pasado nacional/católico que son los crucifijos en las aulas de colegios públicos.
La aconfesionalidad del Estado es un avance fundamental del Estado de Derecho democrático moderno porque supone el respeto a todas las confesiones religiosas y a aquellos que no somos creyentes pero que respetamos como queremos que se nos respete nuestra individual opción personal.
Cuentan el revuelo que se organizo cuando el primer Presidente de las Cortes Constituyentes de nuestra democracia lo primero que hizo cuando entro en su despacho fue quitar el crucifijo. Siendo creyente entendió que no era su lugar. Para eso estaban las iglesias o su domicilio particular.
Fue valiente.
Han pasado más de tres décadas y vemos como un bello crucifijo preside en Hellin los plenos en el Salón Consistorial.
Y una Cruz que simboliza la opresión y la venganza de un régimen fascista ha sido realzada en un espacio público y se muestra como un símbolo oportunista de como con tal de atraer votos un partido laico es capaz de todo adaptandose como un camaleón al entorno mas favorable.
Sigo pensando que si un cívico ciudadano, a poder ser creyente católico hellinero, impugnara esta presencia fuera de lugar de lo que debe tener su apropiada ubicación, al final nuestro máximo interprete de la Carta Magna, el bloqueado Tribunal Constitucional, le daría la razón y obligaría a que lo público fuera de todos porque para eso en el ámbito de lo privado tenemos derecho a recrearnos con nuestros fetiches mas deseados o necesarios.
En principio no pienso dirigirme por escrito a nuestro primer edil por este asunto. En principio.
Ya impugne ante la entonces Defensora del Pueblo de CLM el pleno extraordinario monográfico sobre una Patrona católica. Me pareció que no era el marco el Salón de Plenos. Enfrente la monumental Asunción era donde se deben celebrar estas efemérides. Y que a titulo personal el concejal que quiera que acuda. Pero no institucionalizar lo que es algo que entra dentro del ámbito de las creencias personales y privadas.
Escurrió el bulto la voluntariosa señora. Ya no esta al frente de la Institución. Han puesto al derrotado exalcalde de Cuenca. Amonestado, en su momento como su adjunto, por la Institución que ya desprestigiada se ha convertido en un cementerio de amortizados políticos socialistas.
Le doy la razón a foreros del resucitado Foro de Hellín. Todo lo de la Memoria Histórica, las dichosas tumbas de un lado, el resucitado laicismo por el affaire Sor Maravillas son cortinas de humo para disfrazar que no pocos lo van pasar muy mal mientras ellos están pendientes de acabar sus ilegales chales playeros y hacerse un capitalito para cuando lleguen aires de cambio no vaya a ser que les pille todavía sin haber podido cambiar las tres "c" que es lo que resume básicamente el ideario político de nuestra casta política nacional, regional y local: casa, coche y compañera/o.
Son temas menores los crucifijos, cruces y demás. Pero atentan contra principios constitucionales básicos. Ha hecho bien el padre de Valladolid, creo, en acudir a los tribunales. Y no debe ser increpado por ello por padres confesionales. Estos últimos pueden llevar a sus hijos a colegios concertados católicos. Tienen esa libertad. Y nadie les niega ningún derecho.
El PP falto de reflejos debería de aprender de sus colegas franceses. Allí una derecha sin complejos apuesta por un Estado plural, aconfesional y laico. Y se enfrenta sin titubeos contra cualquier intento de injerencia religiosa en la vida pública. Les para los pies a esos integristas tan peligrosos. Defienden con mas solvencia los valores de igualdad, fraternidad y libertad. Y así le va allí a la izquierda. Y así le va aquí a la derecha.
Hellín a 27 de Noviembre de 2.008.
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